La mirilla tiene la culpa.
Nada, que no hay manera. Que me sigo asomando cada dos por tres para ver quién pasa. Y lo voy a seguir haciendo.
De momento, me voy a conformar con la "selectividad". Ya no voy a observar a todo el que se cruce. Tan sólo cuando oiga los tacones de quien intuyo mi bien, me asomaré .
Es bastante y necesario. Para echarse andar no vienen mal las muletas.
Debo limpiar mirilla y mirada.
Sólo veré seres buenos que me colaboran desde las mazmorras de las palabras.
Sin cuerpo, sin mirada, sin piel, sin calor.
Es más de lo que puedo pedir.
Un abrazo
Ah... la mirada! Con mirilla y sin ella. :)
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