Medir es asociar, de alguna manera, números a atributos que se dejan. Y a los que no se dejen, se les hace que consientan. Hemos llegado a la sociedad métrica animal-decimal.
No importa, pero aporta. Hay que medir la edad, el tiempo de asueto y el tiempo de obligación. Tienes que medir lo que duermes. Lo que comes, por partes: proteínas, carbohidratos, azucares, sal, pimienta y azafrán. Se mide la solidaridad: tanto al mes. Se mide tu tontuna y tu listura. Se es hábil según una escala. Luego te lo resumen en manitas o manazas, pero lo sabemos medir. La calidad y cualidad de los pecados y tiempos u oraciones de rehabilitación. Eres según la longitud de tu coche, la superficie de tu vivienda y el ¿volumen? de tus negocios. O por lo bruto y lo neto. Pagas, aparte: dos. La diversión en kilómetros, dinero, gramos y decilitros. También en escala de estrellas. Y longitud de la playa y profundidad del mar. Y temperatura. O altura de los montes.
El "share", el percentil de los kilos del bebé, los sopapos de la tierra en Richter. Lo llovido y el secano.
Los tiempos del universo: pasado y los que nos queda para gigantes rojos y enanos blancos.
Hay que medir palabras. Se tienen que medir las consecuencias. Hay que medir la gravedad de los hechos.
¿Quién se tira conmigo al mar de los sin recuentos?
No mediremos nada porque no habrá consecuencias.
Nada será grave.
Son aguas del dolce far niente.
Palabras sin calcular.
No firmaremos contratos locos de esos que sólo valoran el precio de su rotura.
¿venís?
sábado, 25 de mayo de 2013
jueves, 23 de mayo de 2013
Hombre, pasto y pastizal
Antes, ni idea. Y en el momento, tampoco. Luego, si. Los trozos chiquitines empezaron a llenar el espacio inexistente. Y, hartos de tanto correr y tanta soledad, comenzaron a juntarse. Y para no chocar y como había mucho espacio inexistente, se organizaron en bailes redondos formando corales. Una se pidió calentar e iluminar la pista y las demás bailaban alrededor. Y jugando jugando los trocitos que se habían juntado, hicieron serpentinas y abalorios de todas las formas que se les ocurrían. Y un abalorio con patas, chulo él, se puso a pasear por encima de las demás serpentinas. Y se juntaron muchos abalorios chulos para charlar, organizarse y fabricar más bisutería. Y algunos que se fijaban mucho, empezaron a saber cosas del todas las corales. Y se lo callaban. Y decían que se lo contaba el jefe de la orquesta. Y empezaron a cansarse de andar. Y se quedaron quietos. En unos sitios unos y en otros, otros. Y se inventaron muchos directores. Y más tarde, al director de directores. Y sólo se fijaban en él. Y se cansaron. Y revolucionaron y se renacieron. Y se empezaron a preocupar de ellos mismos. Y aprendieron mucho. Y luego, como ya no había directores y como se cansaron de ellos, se inventaron papeletas de colores y sólo se fijaban en ellas. Pasaron del pasto de hierbas al pastizal de papelillos. Y enloquecieron. Ya no había directores, ni luces, ni calor, ni hierba, ni amor. Sólo papelitos. Ni pastos. Sólo pastizal.
Yo cojo a mi Caloyo y me largo a pastar en una isla sin papel. A buscar directores, a escuchar las músicas de las corales, a mirar a la de la luz y el calor y a mandar botellas con mensajes avisando que ha nacido la isla de las personas. Y nos amaremos por siempre.
Yo cojo a mi Caloyo y me largo a pastar en una isla sin papel. A buscar directores, a escuchar las músicas de las corales, a mirar a la de la luz y el calor y a mandar botellas con mensajes avisando que ha nacido la isla de las personas. Y nos amaremos por siempre.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Pliegues
Lo mejor de los plegamientos son los terremotos. Masas de razones desplazándose lentamente y ascendiendo apoyadas unas sobre otras. Da igual la materia de la que esté compuesto el magma. Lo importante es el día. Si te pilla con el paso marcado, fantástico. Emergerá un montículo de alegría y apego desmedido. Pero, ¡ay si te pilla con el paso cambiado! Surgen colinas de desafecto. Lo que interesa de estas cordilleras es que descansan sobre una llave ligera, sobre una roca pómez fácil de extraer. Sobre todo si coincide con uno de esos días excelentes en los que la soberbia se piro por el sumidero. Dejas que te ayuden a tirar de ella y toda la ortografía se allana. Se puede ver el horizonte sin sobresaltos. Discurre suave allá a lo lejos. Sin éxtasis ni reproches. ¡que grande es la catadura humana de todos los que me rodean! Va por ellos este brindis. ¡A la salud del Caloyo!
martes, 21 de mayo de 2013
La elección es voluntaria
Construye una realidad serena. Tenemos argamasas de mil raleas y ladrillos para aburrir. Sólo existen dos formas de construir: a tu favor o en tu contra. Dos formas de empaquetar: lo aparente por fuera o que luzca lo real. Los papeles de regalo tienen los mismos dibujos y los mismos colores: se ve que son para impresionar.Puedes gritar que dispones de la verdad o que ni tan siquiera te preocupa. Puedes buscar la admiración y el miedo o el recato y el acogimiento. Puedes exhibirte o puedes vivirte. Puedes amplificar los ruidos y acallar los sones o escuchar la música y ser sordo al barullo.Puedes observar la grandeza o cebarte en la miseria. Puedes mirar la bondad o ver la ruindad. La alegría y la tristeza son formas de decorar. Puedes hablar de lo sucio y guarrearlo más o cantar a dos voces la limpieza del universo y sus mil formas de buen hacer. Puedes empezar y puedes acabar. Con cualquiera de las dos rutinas. Te saldrá un vertedero, construirás una catedral o bien alinearas una ristra de chalés adosados. Lo uno, lo otro o la mezcla. Deseo a la banda de "lo otro". La catedral del ser es parca y sensata. Vidrieras para admirar y claroscuros para callar. Que funcione el alma. Déjala que te llene. Como el sueño de un niño. Sólo existe belleza.
sábado, 18 de mayo de 2013
Agua sintética
No hace mucho que leí la noticia. O quizás, la escuché. O me lo contaron. No sé, no sé. El caso es que llegó a mi conocimiento la imposición de una cuantiosa multa a cierta multinacional por vender, embotellada y con declaración de cualidades extras, agua del grifo.
Acabo de buscar la noticia en Internet. Aparece un número de entradas tal, que no dispongo de vida para leerlas. Las dos primeras ya se contradicen. Una dice que sólo es agua purificada y la otra que lleva arsénico y otros venenos y bacterias. Ahora ya dispongo de dos líneas de ataque opuestas. Lo que yo quiera, será. Sesgo un poco la búsqueda y puedo afirmarme, e incluso dar una charla, sobre la bondad o maldad de dicha agua. Lo que ustedes deseen.
No dispongo de conocimientos ni medios para formarme una idea lo más aséptica posible de la calidad de ese líquido a partir de una muestra de él.
Ni me importa.
Lo mío es la gente. Bueno, mi gente y mi perra. Englobo en "mi gente" a aquellas personas que tiene acceso a mis tripas y a mis neuras. No importan trozos de gen compartido, ni tiempo de hospedaje en mi barriga, ni condición de ningún tipo. Basta con que su mirada o sus letras me importen ahora. Ya son "mi gente".
No busco entradas en intenet para confirmarme en ellas.
Son seda, lino, algodón o tela de saco, pero de una pieza. No entran en mi constelación como una colcha de patchwork (o almazuela, lo que ustedes deseen, que uno tiene sus obsesiones).
En este caso, si que dispongo de medios para formarme una idea propia. Su mirada, su palabra, sus letras o su voz. Incluso su piel. Tengo acceso al manantial primigenio: ellos mismos.
Es así de sencillo. O me lo parece.
Peco de plasta. De insistente. De "niño preguntón". A cada uno de los de "mi gente" les arrogo propiedades mágicas que me desvelan secretos. Y pregunto hasta que cae el velo de mis dudas. A ellos.
No me interesa para nada lo que uno piensa que debe pensar el otro. Para eso ya tengo "al otro".
Me pueden presentar pruebas irrefutables, imágenes, trozos de texto, palabras grabadas, olores impregnados de colonias o sudores en sudarios "auténticos". Muchas pruebas. Muchísimas. Tantas que podría fabricar la famosa colcha de patchwork de modo que fuesen imperceptibles las costuras, pero,
¿Para qué tanto esfuerzo, Don Rodolfo?
Las tortillas de langostas con cáscara son tan absurdas como los camarones abiertos al centro y a la plancha.
La línea recta tiene tantas formas que es la que más me pone.
Y tú opinión.
Acabo de buscar la noticia en Internet. Aparece un número de entradas tal, que no dispongo de vida para leerlas. Las dos primeras ya se contradicen. Una dice que sólo es agua purificada y la otra que lleva arsénico y otros venenos y bacterias. Ahora ya dispongo de dos líneas de ataque opuestas. Lo que yo quiera, será. Sesgo un poco la búsqueda y puedo afirmarme, e incluso dar una charla, sobre la bondad o maldad de dicha agua. Lo que ustedes deseen.
No dispongo de conocimientos ni medios para formarme una idea lo más aséptica posible de la calidad de ese líquido a partir de una muestra de él.
Ni me importa.
Lo mío es la gente. Bueno, mi gente y mi perra. Englobo en "mi gente" a aquellas personas que tiene acceso a mis tripas y a mis neuras. No importan trozos de gen compartido, ni tiempo de hospedaje en mi barriga, ni condición de ningún tipo. Basta con que su mirada o sus letras me importen ahora. Ya son "mi gente".
No busco entradas en intenet para confirmarme en ellas.
Son seda, lino, algodón o tela de saco, pero de una pieza. No entran en mi constelación como una colcha de patchwork (o almazuela, lo que ustedes deseen, que uno tiene sus obsesiones).
En este caso, si que dispongo de medios para formarme una idea propia. Su mirada, su palabra, sus letras o su voz. Incluso su piel. Tengo acceso al manantial primigenio: ellos mismos.
Es así de sencillo. O me lo parece.
Peco de plasta. De insistente. De "niño preguntón". A cada uno de los de "mi gente" les arrogo propiedades mágicas que me desvelan secretos. Y pregunto hasta que cae el velo de mis dudas. A ellos.
No me interesa para nada lo que uno piensa que debe pensar el otro. Para eso ya tengo "al otro".
Me pueden presentar pruebas irrefutables, imágenes, trozos de texto, palabras grabadas, olores impregnados de colonias o sudores en sudarios "auténticos". Muchas pruebas. Muchísimas. Tantas que podría fabricar la famosa colcha de patchwork de modo que fuesen imperceptibles las costuras, pero,
¿Para qué tanto esfuerzo, Don Rodolfo?
Las tortillas de langostas con cáscara son tan absurdas como los camarones abiertos al centro y a la plancha.
La línea recta tiene tantas formas que es la que más me pone.
Y tú opinión.
viernes, 17 de mayo de 2013
En mi casa cuecen habas
Categorías mortales y agresividad cobarde es lo que me resume algo presunto. Hasta hoy. Hay muertos respetables y muertos despreciables. El profundo respeto que arroga la "descondición" a uno, se torna en implacable descuartizamiento del recuerdo del otro. Depende de quien te justifica, el malo, y quien no tuvo justificación, el otro. Lanzapiedras escondidos siempre tras el cuerpo del vivo que desean acuchillar. Pedantones persistentes agarrados a la insistencia de su autoloa. Crían gallos replicantes de la imagen que intentan degollar, pero cobardes. De gallo con bajezas vitales a pretenciosos pollos chantajistas, dista. Arrogándose, por que si, la calidad humana de su pantalla acuchillable, son implacables aplicando torturas. Escarban en cualquier estercolero del que forman parte, y esconden la boñiga más dolorosa que pueden hallar hasta el momento más cruel para el receptor y productivo para quien lo lanza. Deberíamos dejar de respetar.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Sí, Kipling, si
Puedo llenar una inexorable vida de miles y millones de segundos de lucha bravía.
No quiero la Tierra ni nada de lo que en ella hay, pero quiero ser un hombre, padre.
Padre, te tuteo desde dentro de ti. Por primera vez en tantos años compartiendo vida y compartiendo muerte. No aprendí a ser hombre. La lucha, me la enseñaste. El desapego, me lo mostraste. La humildad me la contaste. La valentía, me la exhibiste. El desapego al poder, lo usaste. La carcajada ante el halago, me la impusiste.... Algo se nos olvidó padre. Todo lo que te vi, lo tamizo como oro. No sale polvo de hombre. Siempre salen virutas de culpa, padre. Algo se nos olvidó.
No quiero la Tierra ni nada de lo que en ella hay, pero quiero ser un hombre, padre.
Padre, te tuteo desde dentro de ti. Por primera vez en tantos años compartiendo vida y compartiendo muerte. No aprendí a ser hombre. La lucha, me la enseñaste. El desapego, me lo mostraste. La humildad me la contaste. La valentía, me la exhibiste. El desapego al poder, lo usaste. La carcajada ante el halago, me la impusiste.... Algo se nos olvidó padre. Todo lo que te vi, lo tamizo como oro. No sale polvo de hombre. Siempre salen virutas de culpa, padre. Algo se nos olvidó.
La ceguera y la esperanza
Siempre que presientas que está oscureciendo, habla. Dos, tres o mil palabras pueden dar y darte el brillo de la esperanza. No es luz que permita discernir lo que te rodea. Es un fogonazo que te hace intuir que aún puede suceder. Que está a punto de parirse la ilusión. La magia del amor en el viento, sin materia. La caricia eterna del alma que sueñas. La poligamia, la orgía sagrada entre iguales asustados. La liberación absurda y loca de quien es feliz sabiendo que existen. No hace falta más. Dos, tres o mil palabras que confirmen que existe el gremio de los enamorados. Que testifiquen que la locura de los ilusos puede sobrevivir.
lunes, 13 de mayo de 2013
¿Vida?
No sigo tu ritmo vida.
Eres exigente o yo blando.
Eres rápida o yo lento.
Eres muchos o no digiero.
No sigo tu ritmo.
No puedo más.
Mi cuerpo me pesa. Es grueso y grosero. Y pide.
El alma está seca.
¿Para qué la llenas la balsa?
Tu tierra es estéril.
¿no percibes la soledad?
No busques más.
Estás solo, jodido.
La tierra y la vida.
La tierra exhausta.
La vida loca.
¡No hay nadie, so imbécil!
Pilla un libro y pírate al mar.
Jilipollas engreído.
No aspires.
Eres exigente o yo blando.
Eres rápida o yo lento.
Eres muchos o no digiero.
No sigo tu ritmo.
No puedo más.
Mi cuerpo me pesa. Es grueso y grosero. Y pide.
El alma está seca.
¿Para qué la llenas la balsa?
Tu tierra es estéril.
¿no percibes la soledad?
No busques más.
Estás solo, jodido.
La tierra y la vida.
La tierra exhausta.
La vida loca.
¡No hay nadie, so imbécil!
Pilla un libro y pírate al mar.
Jilipollas engreído.
No aspires.
domingo, 12 de mayo de 2013
Verdadero de toda falsedad
Hay que poner bonito el campo. El mío. Donde vivo. El campo separado con vallas y hiedra. Que no entren. Que no me vean. ¿Intimidad o propiedad? ¿propiedad de qué? O sea, que un trocito de planeta, por muy pequeño que sea, es mio, ¿no? ¿de qué va esto? ¿de qué voy yo? Y un pedazo de cielo, ¿me lo puede usted escriturar a mi nombre si le traigo la documentación correspondiente? Pongamos la Osa, con la Polar incluida. Seguro que esos hombres tan serios, tan estudiados, con esas firmas con cruces, con esos papeles en bajorrelieve y numerados, me podrían hacer dueño ante la humanidad. La justicia y los ejércitos me defenderán. Hala, a jorobarse todos los de hemisferios de ¿arriba?. A perderse por las noches. El semáforo del Norte es mío. Lo tengo escriturado. Igual que la parcela.
Y para guapear la parcela, al vivero. Disecciones de la naturaleza. Selecciones genéticas. Amputaciones de campo crecidas con piensos y mimos comerciales. No hay cardos, ni lechocinos, ni pinchos, ni, tan siquiera, bichos feos. El suelo tapizado de plástico negro que impida el nacimiento de cualquier fealdad. Los hangares, las bandejas, las macetas entalladas, todo, dios, todo es marcialmente perfecto. El campo campo, de lejos. Se ve, se huele, pero no se toca. Con la piel, no es generoso.
La selección déspota.
He comprado.
Soy falso de toda verdad.
Y para guapear la parcela, al vivero. Disecciones de la naturaleza. Selecciones genéticas. Amputaciones de campo crecidas con piensos y mimos comerciales. No hay cardos, ni lechocinos, ni pinchos, ni, tan siquiera, bichos feos. El suelo tapizado de plástico negro que impida el nacimiento de cualquier fealdad. Los hangares, las bandejas, las macetas entalladas, todo, dios, todo es marcialmente perfecto. El campo campo, de lejos. Se ve, se huele, pero no se toca. Con la piel, no es generoso.
La selección déspota.
He comprado.
Soy falso de toda verdad.
sábado, 11 de mayo de 2013
Lascivia y libre albedrío
La droga de las gónadas manda mucho, pero me niego a ser el Comendador. Mi libre albedrío es más prisionero que mis amados Nícola y Bartolomeo y morirá, como ellos, chamuscado por una descarga falsa. Yo seré Fuenteovejuna y yo el Comendador si hallo a una Laurencia que me pruebe el robo de un roce. Pero mientras, me sentiré Frondoso. Seré el paladín que acabará con el derecho de pernada y defenderá, a capa y espada, el libre albedrío de los demás. Se lo supongo, aunque yo lo desconozca.
Escribiré un tratado sobre el deseo que distinga hormonas de dopamina. De las diferencias entre la procreación y la aceptación. De la lejanía entre la lascivia y el amor. De la cercanía que existe entre el deseo y la comprensión. Y de que sí dispongo de músculo, más que entrenado, para imponer mi albedrío en esta ocasión. No me voy a confundir ni me van a confundir. Aún mantengo a la humanidad de blanco. Todavía no sé como agarrar el pincel de colorear.
viernes, 10 de mayo de 2013
¿escucho y creo?
Ya tengo claro que las palabras significan lo que se hace cuando se usan. No las puedo definir. Las puedo representar.
¿Y las personas? ¿son lo que dicen que son de si mismos?¿son le que dicen que son los demás?¿son lo que imagino que son?
Es el problema de la confianza. Cuando se confía en alguien, uno se fía de sus opiniones y ese te puede definir a otro alguien. Ya se jorobó.
Las opiniones sólo me las puedo formar viendo, oliendo, escuchando, palpando... . Viendo en vivo. Oliendo su piel. Escuchando sus sones (que no sus definiciones). Palpando, no sobando.
Debo comenzar a formarme opiniones de todo el que me interesa.
Sólo intentar adivinar, anticipar, de aquellas personas de las que soy responsable (caben en una mano).
Hasta de mi tengo opiniones basadas en lo que me han opinado.
De cada ser "más querido", otro "más querido" me ha informado, me ha influido en quién es para mi.
Todos tenemos un punto de bastardía, de celos, de envidia, de soberbia... Todos.
Nadie es limpio cuando opina sobre alguien.
Borro y empiezo.
Todos los seres del mundo son blancos ahora mismo.
Comienzo a colorear esta misma tarde. Sólo observaré hechos.
¿Y las personas? ¿son lo que dicen que son de si mismos?¿son le que dicen que son los demás?¿son lo que imagino que son?
Es el problema de la confianza. Cuando se confía en alguien, uno se fía de sus opiniones y ese te puede definir a otro alguien. Ya se jorobó.
Las opiniones sólo me las puedo formar viendo, oliendo, escuchando, palpando... . Viendo en vivo. Oliendo su piel. Escuchando sus sones (que no sus definiciones). Palpando, no sobando.
Debo comenzar a formarme opiniones de todo el que me interesa.
Sólo intentar adivinar, anticipar, de aquellas personas de las que soy responsable (caben en una mano).
Hasta de mi tengo opiniones basadas en lo que me han opinado.
De cada ser "más querido", otro "más querido" me ha informado, me ha influido en quién es para mi.
Todos tenemos un punto de bastardía, de celos, de envidia, de soberbia... Todos.
Nadie es limpio cuando opina sobre alguien.
Borro y empiezo.
Todos los seres del mundo son blancos ahora mismo.
Comienzo a colorear esta misma tarde. Sólo observaré hechos.
jueves, 9 de mayo de 2013
Fusión y fisión
La dispersión es un vórtice que no sabes hacia donde te llevará. Lo normal a otro vórtice y, así, ad infinitum. Es fisión. Te parte el alma en millones de pedazos que deambulan por las espirales de las galaxias a las que derivan.
Volver al origen. Una vez catados varios universos, se debe iniciar el proceso de fusión. Da mucho calor y no destruye. Todo lo recogido en los tiempos de vuelo sin control, no es basura mental. Vuelves al origen cargado de comida para ese animal primero que nunca te abandona. Estoy en pleno descenso hacia mi perro fiel que me esperaba en silencio. Con las primeras migas que le he soltado del botín tan extenso como yermo de mi viaje cósmico, ha comenzado el baile de su cola, sus zalameos y su mirada indefinible que me hacen sentir muy bien acogido.
Volver al origen. Una vez catados varios universos, se debe iniciar el proceso de fusión. Da mucho calor y no destruye. Todo lo recogido en los tiempos de vuelo sin control, no es basura mental. Vuelves al origen cargado de comida para ese animal primero que nunca te abandona. Estoy en pleno descenso hacia mi perro fiel que me esperaba en silencio. Con las primeras migas que le he soltado del botín tan extenso como yermo de mi viaje cósmico, ha comenzado el baile de su cola, sus zalameos y su mirada indefinible que me hacen sentir muy bien acogido.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Cartujo de cartón
La mirilla tiene la culpa.
Nada, que no hay manera. Que me sigo asomando cada dos por tres para ver quién pasa. Y lo voy a seguir haciendo.
De momento, me voy a conformar con la "selectividad". Ya no voy a observar a todo el que se cruce. Tan sólo cuando oiga los tacones de quien intuyo mi bien, me asomaré .
Es bastante y necesario. Para echarse andar no vienen mal las muletas.
Debo limpiar mirilla y mirada.
Sólo veré seres buenos que me colaboran desde las mazmorras de las palabras.
Sin cuerpo, sin mirada, sin piel, sin calor.
Es más de lo que puedo pedir.
Un abrazo
Nada, que no hay manera. Que me sigo asomando cada dos por tres para ver quién pasa. Y lo voy a seguir haciendo.
De momento, me voy a conformar con la "selectividad". Ya no voy a observar a todo el que se cruce. Tan sólo cuando oiga los tacones de quien intuyo mi bien, me asomaré .
Es bastante y necesario. Para echarse andar no vienen mal las muletas.
Debo limpiar mirilla y mirada.
Sólo veré seres buenos que me colaboran desde las mazmorras de las palabras.
Sin cuerpo, sin mirada, sin piel, sin calor.
Es más de lo que puedo pedir.
Un abrazo
martes, 7 de mayo de 2013
Los demás y yo
Somos una mixtura de genes y ambiente. Y eso, ¿cómo acaba?.
Eso quisiera saber.
Los siento como dos zombis enfrentados dentro de mi y siempre gana el ambiente.
Mi torpe conciencia no interviene. Tan sólo es capaz de engolarse cuando escucha palmas y enroscarse sobre si ante el silencio. Boba, acude a cada instante al tarro de su comida a ver si ha caído algo.
Tira del gen para reclamar, no le importa exhibirlo sin recato. Impúdica relación con su compañero de vida.
¿qué hacer?
Intentarlo, cuando menos.
Acoger mis sentimientos carentes de entorno y meterlos en la caja vacía de mi gusto hacia mí.
Es tiempo de hablar sin escuchar.
Es tiempo de escuchar sin contestar.
Es tiempo de mi.
Es tiempo de silenciar al ambiente
Eso quisiera saber.
Los siento como dos zombis enfrentados dentro de mi y siempre gana el ambiente.
Mi torpe conciencia no interviene. Tan sólo es capaz de engolarse cuando escucha palmas y enroscarse sobre si ante el silencio. Boba, acude a cada instante al tarro de su comida a ver si ha caído algo.
Tira del gen para reclamar, no le importa exhibirlo sin recato. Impúdica relación con su compañero de vida.
¿qué hacer?
Intentarlo, cuando menos.
Acoger mis sentimientos carentes de entorno y meterlos en la caja vacía de mi gusto hacia mí.
Es tiempo de hablar sin escuchar.
Es tiempo de escuchar sin contestar.
Es tiempo de mi.
Es tiempo de silenciar al ambiente
lunes, 6 de mayo de 2013
Efímero, irrompible y cuarto y mitad
La carga punitiva de la responsabilidad te inhabilita para vivir.
Aún cargo con penas de infancia y adolescencia.
Irrompibles.
Compenso con lanzazos instantáneos que, de puro efímeros, no puedo saborear.
¿Por qué es tan complejo el cuarto y mitad?
La responsabilidad es pasado. La adaptabilidad, futuro. Lo acabo de leer de David Eagleman.
Saber disfrutar de la recompensa a largo plazo.
Vivimos en "aquí lo pillo, aquí lo mato".
Eso nos decimos.
Me niego.
Si somos capaces de adaptarnos, ¿por qué renunciamos a aceptarlo?
Mantengo las distancias, que no se confundan, listo mis ancianas miserias para no estafar, desconfío,...
Como soy responsable, no quiero adaptarme a mí.
Sería ser más culpable.
Y me pierdo la vida.
Aún cargo con penas de infancia y adolescencia.
Irrompibles.
Compenso con lanzazos instantáneos que, de puro efímeros, no puedo saborear.
¿Por qué es tan complejo el cuarto y mitad?
La responsabilidad es pasado. La adaptabilidad, futuro. Lo acabo de leer de David Eagleman.
Saber disfrutar de la recompensa a largo plazo.
Vivimos en "aquí lo pillo, aquí lo mato".
Eso nos decimos.
Me niego.
Si somos capaces de adaptarnos, ¿por qué renunciamos a aceptarlo?
Mantengo las distancias, que no se confundan, listo mis ancianas miserias para no estafar, desconfío,...
Como soy responsable, no quiero adaptarme a mí.
Sería ser más culpable.
Y me pierdo la vida.
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