Los grandes placeres son simples. El más simple: observar a un inocente. Buscar complicidades con él. Un niño o un mayor, es igual. Relaciones primarias, simples, elementales: balbuceos, miradas cómplices, asentimientos sin sentido porque al otro le apetece, olerse, tocarse las manos, acariciar una cara. En casa. O en la calle. En cualquier lugar donde exista la inocencia
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