jueves, 8 de marzo de 2012

Desconcierto

No consigo no justificar. A lo mejor es porque soy un golfo. Cuando una imagen y un hecho se contradicen, intento casarlos a pesar de todo. Yo copié mucho cuando era estudiante. Yo me puse alzas dentro de los zapatos el día de mi boda. ¿Debo renunciar a mi trabajo porque conseguí sus exigencias con algún engaño? Le quite la plaza a alguien. ¿Debo considerar nulo mi matrimonio? Hacíamos una pareja preciosa. Más feos, a lo mejor hubiésemos ahorrado un desastre conyugal a alguien. Siempre quise no desentonar y que me quisieran.
Pues estoy orgulloso de mi carrera profesional y me sigue gustando la foto.
El desamparo de la vergüenza ante ese crío capitán general el día de su comunión, es suficiente.
Los responsables, deben actuar. Y lo han hecho con precisión y elegancia.
Los espectadores ¿debemos pedir las orejas, el rabo y la inmersión en aguas fecales de quien quiso ser tan capitán como su hijo e hizo una trampa?

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